Opinión

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Editorial Clave: La SGAE celebra la asamblea general de la crispación

20/06/2013 - NoticiasClave.net

Los conflictos internos de la SGAE, detrás de los cuales están las luchas para controlarla, con intereses económicos y ambiciones personales de por medio, se están aireando públicamente de manera que en nada beneficia a la función principal de la entidad de gestión y que hace un año Antón Reixa, recién elegido presidente, decía que estribaba en “recaudar, identificar y repartir”.

El aspecto más polémico de las luchas recientes, ha sido la posición del presidente en relación a los autores y a las productoras que trabajan con las editoriales de las televisiones, que ha metido en el mismo saco a todos ellos, los que trabajan honrada y aplicadamente creando música para todo tipo de espacios, nocturnos o no, y los vivales que amañan partituras ajenas o de dominio público y las hacen pasar como originales.

La creación de editoriales pertenecientes a grandes medios de comunicación, cuyo único fin es recaudar parte de lo que esos medios deben pagar por derechos de autor, se hizo habitual desde mediados de los años 90. Muchos años antes, décadas, las discográficas también crearon editoriales para recuperar parte de los derechos de autor que pagaban por las grabaciones y a menudo forzaban a los artistas a que cedieran a estas editoriales hasta el 50 % de sus derechos de autor (si eran los autores de los temas que interpretaban). Es decir, lo de las editoriales de las televisiones, como las de algunas cadenas de radio, no es nuevo. Es una práctica habitual en el negocio, aunque siempre fue muy polémica porque arrebataba una parte del pastel a otras editoriales y, claro está, a los autores. No obstante, esto no debe conducir a ver con la misma óptica todas las gestiones editoriales. Los autores que tienen un editor que ejerce sus funciones como debe ser, es decir, tratando de colocar sus obras y de estar atento a su difusión para recaudar los derechos correspondientes, suelen beneficiarse tanto de su gestión como aquellos artistas que tienen la suerte de tener un buen manager. Pero la búsqueda de la rentabilidad ha llevado a seguir por caminos fáciles, legales, aunque desde el punto de vista artístico, inmorales.

Ayer, desde la SGAE, se filtraron algunas de las cifras de autores que forman parte de lo que Reixa llama “la rueda” y resultan bastante escandalosas. Los que conocen los nombres saben que algunos no son prolíficos compositores, precisamente. Pero hay otros que sí. El cambio de reglamento de la entidad de gestión es urgente y esto habrá que dirimirlo en la asamblea, pero hay que dejar a salvo la honradez profesional y artística de quienes la merecen.

Y no hay que olvidar que en el fondo, además de los intereses económicos, está la lucha por el poder.

En la asamblea de esta tarde, los que añoran la gestión anterior de la SGAE no apoyarán a Reixa, y le echarán en cara la caída de la recaudación en el ejercicio anterior. Su sueño, como el de otros enemigos del músico gallego, es hacerle dimitir.

Pero si hay algo que contribuye a desgastar la imagen de la SGAE es que todas estas cosas se diriman de forma escandalosamente pública. La gestión se resentirá y las recaudaciones también. La morosidad crecerá. Y para afrontar todo eso la SGAE deberá actuar como una piña. Los personalismos son nefastos.

 
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