Opinión
[ Volver ]Mensaje del Día Mundial del Teatro 2024: El arte es la paz
26/03/2024 - Jon Fosse / NoticiasClave.net
Del 27 al 29 de marzo de 2024 celebramos el Día Mundial del Teatro de este año en Langfang, China. Desde su creación el 27 de marzo de 1962, ha sido el evento emblemático del Instituto Internacional del Teatro (ITI), uniendo a los entusiastas del teatro de todo el mundo para celebrar el valor intrínseco del arte teatral. Los actos están organizados conjuntamente por el Instituto Internacional de Teatro (ITI) y la Asociación de Teatro Chino (CTA) y por el Centro Internacional de Artes de la Ruta de la Seda de Langfang, con el apoyo de la Municipalidad de Langfang. La celebración incluirá una conferencia, una noche de gala y talleres.
Este año, el ITI tiene el privilegio de contar con Jon Fosse, dramaturgo y novelista noruego y Premio Nobel de Literatura del año pasado, elaborando el Mensaje para el Día Mundial del Teatro 2024:
El arte es la paz
Cada persona es singular y, aun así, igual a cualquier otra. Nuestra apariencia externa, visible, es obviamente diferente a la de los demás y todo eso está muy bien; pero hay algo en el interior de cada uno de nosotros que solamente le pertenece a esa persona. Podríamos llamarlo su espíritu o su alma. O también podemos decidir no encasillarlo en absoluto, en palabras, simplemente dejarlo en paz. Pero mientras todos somos disímiles entre nosotros, también somos iguales. La gente alrededor del mundo es fundamentalmente similar, sin importar qué lengua hablemos, qué color de piel tengamos, qué color de pelo tengamos. Esto puede ser paradójico: somos completamente iguales y plenamente diferentes al mismo tiempo.
Talvez el ser humano sea intrínsecamente paradójico, en nuestra fusión entre alma y cuerpo abarcamos tanto la existencia más terrenal y tangible, así como lo que trasciende a esos límites mundanos y materiales. El arte, el buen arte, consigue combinar con su maravilloso modo lo totalmente singular con lo universal. Nos permite entender lo que es diferente —lo que es exótico, se podría decir— como algo universal. Y así el arte rompe los límites que hay entre las lenguas, las regiones geográficas, los países. Une no solamente las cualidades individuales de cada cual, sino que también, en otro sentido, las características de cada grupo humano, por ejemplo, de cada nación. El arte no logra esto nivelando las diferencias y haciendo que todo sea igual, sino que, por el contrario, lo hace mostrándonos lo que es diferente de nosotros, lo que es exótico o ajeno.
Este es exactamente el enfoque contrario al que vemos demasiado a menudo en todos los conflictos violentos del mundo, que se dejan llevar por la tentación destructiva de aniquilar cualquier cosa extraña, cualquier cosa singular y diferente, a menudo usando las invenciones más inhumanas que la tecnología nos ha puesto a nuestra disposición.
Hay terrorismo en el mundo. Hay guerra. Porque las personas también tienen un lado animal que las induce a creer que conocer lo otro, lo extraño, es una amenaza para su existencia en vez de ser un misterio fascinante. Así es como esta singularidad —la diferencias que todos podemos notar— desaparece dejando atrás una igualdad colectiva en donde cualquier cosa diferente es una amenaza que debe ser erradicada. Lo que es visto desde fuera como una diferencia, por ejemplo, en la religión o en la ideología política, se convierte en algo que debe ser derrotado y destruido. La guerra es esa batalla en contra de lo que yace en lo más profundo de nuestro ser: algo único. Y también es esa batalla en contra del arte, en contra de lo que yace en lo más profundo de todo arte. He estado hablando acá del arte en general, no acerca del teatro o de la dramaturgia en específico; pero esto ha sido porque, como he venido diciendo, todo buen arte, en lo más profundo, gira en torno al mismo eje: tomar lo completamente único, lo totalmente específico y hacerlo universal. Uniendo lo particular con lo universal, expresándolo artísticamente: no eliminando su particularidad sino enfatizando su particularidad, permitiendo que lo que es extraño y desconocido brille claramente. La guerra y el arte son opuestos, así como la guerra y la paz son opuestas —es así de simple. El arte es la paz.
Traducido por Alvaro Franco Rodríguez
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