Perfiles

[ Volver ]

Lluís Miquel: 'Trabajar por la cultura es duro y conlleva ir corto de dinero'

04/11/2020 - Yanni Munujos / NoticiasClave.net

Lluís Miquel: 'Trabajar por la cultura es duro y conlleva ir corto de dinero'Lluís Miquel (en el 'slider' de portada con Yanni Munujos, autor de esta entrevista). Fotos: © Juan Miguel Morales.

Apenas han transcurrido veinte días del homenaje que un grupo de artistas rindió al añorado Luis Eduardo Aute en el marco de la Mostra Viva del Mediterrani 2020, en Valencia. Cocinando intervenciones en escena, guiando recuerdos y pilotando el tributo en el teatro del Cabanyal: el interminable Lluís Miquel desafiando al desánimo en Levante frente a una pandemia que va a más.

Para algunos, vanguardia junto a sus inseparables 4Z de la Nova Cançó en los sesenta, con los también valencianos Raimon y Mari Carmen Guirau. Para otros, padre del audiovisual valenciano, fundador del primer estudio de grabación en Valencia, además de promotor, productor musical, teatral, y editor de centenares de referencias discográficas en su sello Ànec Discos. Hay quien lo recuerda en los años en los que frente a los Patxinguer Z, amenizaba musicalmente a millones de hogares españoles cuando las míticas veladas televisivas en los programas de Fernando García Tola, que se emitían por la Segunda Cadena de TVE. Lluís Miquel fue también desde sus legendarios Estudis Tabalet, pionero en el doblaje al valenciano de películas, series de televisión y dibujos animados.

Se muestra incansable, desprendido y generoso, y más preocupado en ocasiones por el acabado final de sus innumerables proyectos que por su rentabilidad económica. Quizás por eso nunca cayó en la cuenta de registrar en la Sociedad de Autores los derechos que le hubieran correspondido cuando, en su oficina y en pocos minutos, compuso la música del famosísimo jingle de Mercadona, en su vertiente también de creativo musical publicitario.

Lluís Miquel es todo esto y mucho más. Hay incluso quien afirma, recuperando el cordón umbilical de una adolescencia nunca cortada del todo, que en la banda sonora vivencial de algunos, no existe un Brel sin antes un Lluís Miquel. No sé si son primero el uno o el otro, pero al llegar a l’Eixample de Valencia y pasar la puerta de su cuartel general, uno percibe milagrosamente aromas de bohemia entre maquinaria cultural a toda marcha. Y cuando Lluismi (para los amigos), sobrio y amable, te da la bienvenida, parece —por su aspecto y su mirada entre ausente y penetrante—, que por un momento se haya ausentado de la mesa en la que charlan fumando distendidamente, Brel, Ferré y Brassens, en la fotografía en blanco y negro que preside su despacho.

—Son más de sesenta años de creacion artística, gestión cultural y dinamización industrial. Le veo en forma. ¿Cómo se encuentra?

—Estoy vivo. Tengo desde hace años una enfermedad degenerativa que poco a poco me limita pero la combato levantándome cada mañana y saliendo a trabajar a mi productora, junto a mi yerno y a las demás personas que forman el equipo aquí en Adi Producciones... y ¿qué quiere qué le diga? ¡Estoy hasta los cojones del confinamiento! Desde que empezó todo esto se han ido mi suegra, mi tía, una sobrina y mi amigo José Luis Berenguer, una excelente persona, un Z, un santo barón.

—Los 4Z rompieron todos los esquemas en aquella primerísima cançó, a mediados de los años sesenta, cuando cantar en catalán suponía vivir peligrosamente.

—Fundamos los 4Z en el sesenta y uno. Y grabamos el primer disco en el sesenta y cuatro. Impactamos adaptando al catalán canciones francesas y recuperando temas que venían de Italia en unos años en que el mundo no se comunicaba como ahora. Lo que hasta el momento eran orquestas pensadas para el baile empezaron a introducir cierta literatura en los conciertos. A la gente le llegó. Y además de bailar, escuchaban. En ese sentido fuimos pioneros. Eran otros tiempos.Tocábamos y ahí mismo al terminar nos repartíamos lo que quedaba. Eran días en que mientras recogíamos los trastos en cualquier pueblo, teníamos que aguantar a los cuatro fachas que venían a meterte de palos y nadie te defendía. 

—Molestaban tanto que el 28 de febrero de 1966, funcionarios de la tristemente famosa Brigada Político Social les detienen, les multan y les incomunican 72 horas en comisaría.

—El día anterior habíamos actuado en el antiguo cine Artis, aquí en Valencia, en un concierto en el que también cantaba Raimon.Y al día siguiente cuando la policía se presentó en mi casa para que les acompañara, tuve que disimular para que mis padres no sufrieran, diciéndoles que tenía que ir a hacer una gestión rápida y que regresaba en un rato. Nos tuvieron tres días incomunicados. Pasamos muchos nervios. Y miedo. No dejaba de pensar en si la policía encontraría en los bolsillos de la chaqueta que me quitaron al entrar, algo de su desagrado que complicase más la situación. Y eso que parecían salidos de un vodevil (se ríe). Al abrir la puerta de mi casa a uno de ellos se le cayó la chapa al suelo y me los encontré casi de rodillas buscándola. Y días más tarde supimos que cuando ya nos trasladaban de la comisaría al juzgado, uno de ellos perdió la pistola, y estaban acojonados ¡por si la teníamos nosotros!

—¿De qué se les acusaba?

—De cualquier cosa con tal de prohibirnos conciertos. Desde ese momento las dificultades crecieron de tal manera que obligaron a la disolución del grupo. Quedamos fichados, pero salimos a la calle. Tuvimos la suerte que de que en los tribunales nos defendió un gran abogado laboralista que además era una buena persona, el padre de Albert García de los 4Z, detenido e incomunicado también.

BREL

—Albert García, además de ser amigo y cómplice, es, junto a usted, adaptador al catalán de algunas de las muchas canciones de Brel que forman el grueso de su repertorio.

—Excepto dos o tres canciones que alcanzaron fama internacional, en general la obra de Brel no es conocida. A mediados de los sesenta me cayó en las manos un single de los que se editaban entonces, era un 45 r.p.m. de la Philips Records que contenía 'Ne me quitte pas', 'La Vallse à mille temps', 'La tendresse' y, creo, 'La dame patronnesse'. Me deslumbró. Me hechizó. Desde ese día nunca he dejado de seguirle a él, y de adaptarlo (Albert hizo algunas y yo el resto), de cantarlo y grabarlo. Con los 4Z lo dimos a conocer en Valencia. Recuerdo que a comienzos de 1979, al poco tiempo de su muerte, hice un concierto homenaje en un teatro del Barri del Carme donde la gente que vino cantaba ya canciones suyas que habíamos grabado.

—Fue el primero de una larga lista.

—A los diez años de su muerte repetí. Esta vez a orillas del Turia donde durante años programábamos y producíamos conciertos multitudinarios. Eran las típicas noches en que subían al escenario grandes nombres internacionales, noches en las que un político te decía que trajeras a los Beach Boys porque a su sobrina le gustaban y pese a advertirle que su coste superaba los treinta y cinco millones de pesetas, te respondían que los trajeras igualmente. Así que me saqué la espinita organizando un tributo a Brel aprovechando la efeméride. Reunimos a cien mil personas. Incluso Bruno Lomas, aunque ya sin Los Milos, subió a cantar Brel. Fue una locura.

—Se dice que tardó mucho en publicar la obra completa de sus adaptaciones. No fue hasta 2018 cuando sale a la luz Lluís Miquel canta Jaques Brel.

—Sentía la necesidad de recopilar todo ese trabajo. El hacerlo más tarde me permitió recuperar algunas canciones grabadas en míticas salas de Valencia ya desaparecidas como Gent, Hipopòtamus y Tabarca. Me permitió también nombrar en el disco a todos y cada uno de los músicos que habían participado en todas las grabaciones. Conté cuarenta y cuatro. Pasé días y horas escuchando el material de tantos años, revisando las versiones, tratando de acertar cual era la mejor.

Recuerdo que cambié la grabación de 'Amsterdam', la canción que abre el disco, y finalmente incluí el directo de esta pieza que canté en el Lliure de Montjuïc, en Barcelona, cuando en 2003 Joan Ollé me llamó para participar en unas noches que llamó '12 canten Brel', junto a Paco Ibáñez, Joan Isaac, Loquillo, Silvia Comes... y un montón de artistas.

—¿Nunca llegó a conocer a Brel personalmente?

—Fui a París al cabo de los años cuando presentó 'L’Homme de la Mancha'. Y al terminar la función me acerqué a la puerta de salida de los artistas. Esperé un buen rato, ansioso, entre impaciente y intranquilo, hasta que salió, con cinco o seis personas más y pasó por delante mío, a dos palmos..y sabes? ¡No le dije ni pío! (se ríe) ¡¡ni pío!!

Con sus hijas, que dirigen la Fundación Brel en Bruselas, sí tenemos correspondencia. Son muy amables. Recibieron el material y me escriben a menudo, agradecidas.

—Serrat y Pi de la Serra también estuvieron en las noches del Lliure que usted citaba. Tengo entendido que Quico fue uno de los que le ayudó cuando las prohibiciones. 

—Serrat y Quico son los dos amigos en mayúsculas que conservo de los años en la Cançó. Cuando les llamo están ahí. Como cuando le dije a Joan Manuel, que viniera a cantar lo que le saliera de los mismísimos en el Teatro Principal de Valencia, y hicimos un dueto de La Fanette de Brel, para el disco que grabábamos en directo esa noche. Ahí estuvo también Sabina, cantando por primera vez en su puta vida en catalán... estaba asustado pero lo hizo. Y también Quico. Con Pi de la Serra hablamos quincenalmente. Nos conocemos hace muchísimos años. Cuando estábamos prohibidos en Valencia y íbamos a Catalunya a cantar o a un programa de Salvador Escamilla, dormíamos en casa de Quico. También cuando grabé en Barcelona el disco 'Onze cançons i un adéu'.

ESTUDIS TABALET

—Ese trabajo que menciona significó el retorno años después de las prohibiciones, bajo el nombre Lluís Miquel i els 4Z.

—Era en enero del setenta y siete. Nunca lo olvidare porqué nos pilló la matanza de Atocha en plena grabación. Lo hicimos solamente en cuatro días. Y eso que nos producía Joan Molas. El resultado no estaba mal pero hubo cosas que no me gustaron. Así que habiendo aprendido mucho en Barcelona, decidí culminar algo que llevaba hacía tiempo en la cabeza y monté los Estudis Tabalet en Valencia.

—Fue usted muy valiente.

—Hice el estudio porque me gustaba la idea. Lo hice junto a un socio de Barcelona con el que al principio debíamos más que la NASA (se ríe). Yo tenía mil quinientas pesetas en el bolsillo ¡y montar el estudio valía sesenta y cinco millones! Localizamos una alquería a tres kilómetros de Valencia y nos liamos la manta a la cabeza y fundamos los mejores estudios de grabación que podíamos soñar. Tanto que los tres años estaba todo amortizado.

—Unos estudios icónicos en la más reciente historia contemporánea del sector cultural del país. 

—Tabalet fue treinta y siete años de buen trabajo. Éramos necesarios. En aquellos primeros años grabé de forma desinteresada a mucha gente. A artistas maltratados por las circunstancia y a otros que me emocionaban como cuando me metí de lleno con el primer trabajo de Remigi Palmero. Lo llamé para que inaugurara los estudios e hizo un disco del que me enamoré desde el primer momento. Una joya. Un orgullo para todos los que estábamos implicados en 'Humitat Relativa'. Tanto este como el álbum 'Cambrers' de Juli Bustamante, fueron grabaciones que cambiaron el tono de la cançó en Valencia. Marcaron un antes y un después en la escena de este país.

—Grabados y producidos en Tabalet y editados por el sello Ànec Discos.

—Con el paso de los años es algo de lo que estoy muy orgulloso. Ànec lo hicimos entre unos cuantos. Éramos Al Tall, Joan Monleón y Carraixet, entre muchos.

—Cuentan que sin su empuje no hubiera sido posible.

—Había que hacer algo para no tener que ir a Barcelona o Madrid para publicar un disco. Y de alguna manera tomé la iniciativa de reunir a cuantos compartieran ese objetivo. Había que intentar comenzar a crear unas infraestructuras para poder hacer las cosas desde aquí y tener control de ventas y del proceso de producción. Así que fundamos Ànec Discos. Disfruté mucho. Hicimos hasta discos de villancicos valencianos, que no habían, te lo puedes creer? No existían discos de villancicos valencianos! Esa etapa es uno de los mejores recuerdos de mi vida.

No se equivocó. Al poco tiempo le emularon en otros territorios. En Galicia crearon Ruada y en el País Vasco, Xoxoa, publicando a Mikel Laboa y a Oskorri entre muchos otros. ¡Era usted un auténtico emprendedor! 

—Reconozco que soy osado. Sigo estando algo loquito.

—Y ahí usted creó a Don Pío.

—Había un tipo, Manuel Melià, que contaba chistes en los pubs de Valencia. Era algo gordito y se parecía a un personaje del TBO que se llamaba Gordito Relleno. Le propuse que lo hiciera en valenciano, a lo que se opuso en un primer momento. Finalmente accedió y comenzó a contar chistes en catalán. Le grabamos una musicasete, 'Don Pío en Valencià', y ¡¡vendimos doscientas mil cópias!! Las vendíamos como churros en las gasolineras. Hicimos hasta seis volúmenes.

—Y mientras tanto, creó la infraestructura para el doblaje por primera vez en valenciano de películas y séries de televisión.

—La primera película que se dobló al valenciano en Tabalet fue 'El salari de la por' (El salario del miedo), con las voces de Ovidi Montllor y Eduardo Sancho, en el año 1986. Doblé y doblé y presidí la Asociación Valenciana de Estudios de Doblaje y Sonorización Avedis. En esos años hicimos barbaridades. Doblábamos películas y también personajes de anuncios publicitarios de los que compusimos e interpretamos la música. Yo quería una buena cartera de clientes que a la vez me permitiera costear los gastos de las producciones discográficas de las que te hablaba. Trabajamos para Consum, Licor 43, Nenuco, Playmobil... cada vez que salía una campaña de Famobil presentando un bicho nuevo, había que hacer la música del spot. Repartía el trabajo entre tres o cuatro compositores según el perfil del anuncio... el ritmo era salvaje, fabricábamos en equipo, el capitán del barco pirata de Playmobil que cantaba era yo.

—No me diga

—Todas las campañas navideñas de Famosa y los anuncios año tras año de sus muñecas, las hacíamos nosotros en Tabalet. En los últimos años el volumen era tal que había que priorizar a los clientes.

—En el 2014 sale a la luz que usted compuso la famosa canción de Mercadona.

—Se me ocurrió a mí solo en el despacho. Uno de mis primeros clientes a finales de los setenta fueron los supermercados Doña Amparo, también creados por Joan Roig. Les hicimos las músicas para las radios y alguna cosa más. Cuando desapareció, el mismo Roig creó la cadena Mercadona y el proceso fue el mismo. Necesitaban las megafonías para las tiendas y la publicidad. Y ahí nació el famoso Mercadoooona, Mercadona. Sencillamente me vino la melodía a la cabeza, la tarareé varias veces y luego encajé la marca. La melodía que sigue y la instrumentación pertenece a todo el resto del equipo también.

—El 12 de noviembre del mismo año la cadena de supermercados Mercadona registró la canción. ¿Usted cobra royalties?

—No. Ni un euro, y lo creas o no, no me produce resquemor alguno. Yo en esa época tenía mucho trabajo y simplemente no caí en la cuenta. No registré la canción. Posiblemente cuándo vieron que nadie lo había hecho y la registraron, ni me avisaron porque no sabían exactamente quien era el autor. Yo no soy un hombre al que haya preocupado excesivamente el dinero. De todos modos, los proyectos de los que te hablaba antes, sí que contaban con derechos de autor y de creación artística nuestra.

—Además coprodujo con TVE tres ediciones de los Festivales de la OTI con sede en Valencia. Y todos los martes le veíamos en la Segunda Cadena junto a los Patxinguer Z en 'Si yo fuera Presidente' de Fernando García Tola. De dónde sacaba el tiempo?

—Había madrugadas en las que nos acostábamos muy tarde recién llegados de la grabación en Prado del Rey, o de algún concierto en Almería por ejemplo, con los Patxinguer, y a las nueve de la mañana había que estar doblando en Tabalet.

PATXINGUER Z

—Lluís Miquel i els Patxinguer Z, marcaron una época.

—Nacieron improvisadamente una noche de concierto en la falla King Kong que creó Julio Tormo, aquí abajo en la esquina de la calle en este barrio tan fachorro en el que estamos ahora. Era una falla contestataria. Contestataria hasta el punto en que el propio artista se autoproclamó fallera mayor. Un día nos tocó actuar a nosotros. El público pedía marcha y yo para mis adentros pensaba que si les cantábamos un Brel se irían a sus casas con el rabo entre las piernas y sin collar ni nada (se ríe).No habíamos ensayado pero ya en el escenario recuerdo girarme sin aviso a los 4Z y decirles: ¡la canción del cola-cao! Y arrancar con el Yo soy aquel negritooo del África tropicaaaal! La Gente enloqueció. Y así una tras otra. Corrió la voz. Mi amigo y cineasta Carles Mira nos incluyó en un programa, 'Granizado de música' de TVE en desconexión en Valencia. Cantamos la canción 'Yo quiero un bebé' (se ríe de nuevo). Por casualidad Manuel Vicent nos vió; Tola en Madrid buscaba un grupo que encajara con el espíritu de su programa y Vicent le habló de nosotros. Fuimos para una sola vez y estuvimos dos temporadas en antena.

—Desbarataron lo establecido en cuanto a la puesta en escena y el contenido habitual en franja horaria de adultos.

Arturo González, la mano derecha de Tola con el que entablé una gran amistad, nos llamaba dos días antes para señalarnos de que trataba el programa de ese martes. Y tú tenías que hacer una letra que hablara sobre aquello y encajarla en una canción cualquiera. Para eso estaba en muchas ocasiones el talento y la inspiración de Albert García. Frente a una botella de whisky pasábamos la noche cocinando lo que había que grabar al día siguiente en Madrid, para su posterior emisión a las veinticuatro horas. Fue brutal. Hacíamos audiencias semanales de doce millones de espectadores! Después girábamos por todas partes en concierto con Mamen cantando también. Recuerdo en una ocasión estar cantando en un pueblo con mucho frío en pleno invierno. La gente bailaba en la plaza y salió una comitiva fúnebre de la iglesia. Tras el primer impulso de parar, seguimos tocando. Una estampa inolvidable. Comenzó a nevar, el pueblo bailaba, el pianista arrancó a tocar el 'Tema de Lara' de 'Dr. Zhivago', el muerto dando vueltas por ahí (sonríe). Era como estar en una película.

—Y de repente Canal 9 provoca el cierre de Tabalet y usted cae en depresión.

—Una mañana cualquiera me llaman de Canal 9 y un tipo al que no conocía de nada me dice: Oye guapo, este año no puedo darte el trabajo de doblaje. Le digo: ¿Ah, no? Y me responde: No, porque tienes una deuda con hacienda y no estás al día del pago de impuestos. Y yo le pregunto quién le ha mandado a llamar. Y le suelto: Pagadme los trescientos millones que me debéis y veréis cómo al día siguiente estoy al día con hacienda. Se quedaron tan frescos.

—¿Y qué pasó?

—Nunca me pagaron ese dineral. Y si no lo hacían yo no podía responder ante nadie Tuve la mala suerte de tener un abogado que parecía mi enemigo. Nos llevó a concurso de acreedores. Me arruiné. Lo perdí absolutamente todo. Se aceleraron mis enfermedades. Todo lo que quería era seguir trabajando y no podía. Fuimos a juicio. Y al cabo de los años la sentencia resultó favorable a nosotros. El juez nos dio la razón. Y sin embargo, ¿quién me recupera del golpe tan fuerte que sufrí? Es la única época de mi vida en que en ocasiones miraba peligrosamente la acera desde mi ventana del tercer piso.

CANAL 9

—Antes de eso, Canal 9 le había dado a usted mucho trabajo. 

—Me daban trabajo porque yo les hacía unos programas de puta madre. Documentales que narraban la historia del País Valenciano con entrevistas que ni los del Partido Popular se hubieran atrevido a rodar. Como cuando me cité con Adolfo Rincón de Arellano, alcalde franquista de Valencia en los sesenta, que me relataba cómo despachoaba con Franco: Cuando vino aquí el Generalísimo me dijo que íbamos a salir por las calles de Valencia en el coche blindado, a lo que yo le respondí: Mi general. De eso nada. Usted y yo iremos en descapotable ¡y a ver si alguien se atreve a disparar! Todos estos archivos forman parte de una triste historia no tan lejana que siguen aquí en mi productora esperando a que alguien se interese por ello.

—Con tanto patrimonio, ¿no les rescataron desde las administraciones?

—Cuando cerré nadie quiso saber nada. La vida es así. Y los imputados por el cierre de Canal 9 lo están por cosas mucho más graves. Se olvidaron de mí y de todo. Actualmente los políticos demuestran un interés inicial que luego se desvanece. Aquí guardo más de tres mil ochocientos masters de discos grabados en Tabalet. Muchos inéditos. Artesanía de categoría de nuestra cultura. Guardo la 'Antología de la Música Valenciana' que realicé y que incluye material inédito de la Orquesta Sinfónica de Valencia y de Carles Santos, de las que solo me llegaron a comprar los primeros cinco volúmenes. El resto sigue sin editar. Si en el País Valenciano existen quinientas bandas, yo guardo grabaciones de trescientas, con su música en el teatro de su pueblo, con sus rasgos y costumbres. Hay material para crear una fundación. Es algo muy serio. Hablo de un patrimonio cultural de enorme valor. No les interesa.

—¿De donde sacó las fuerzas para seguir adelante?

—Me agarré a mi productora en la que conversamos tú y yo en este momento. Era lo único que me quedaba. El calor de mi familia fue clave. Y el de algunos amigos. Constaté que existía gente que me quería. Me pongo muy contento cuando tropiezo con personas buenas que me agradecen tanta lucha.

—¿Se siente bien tratado aquí en su tierra?

—No. Aquí no soy conocido. Me tienen por un tipo raro que interpreta a su manera. Yo me siento y me considero valenciano como el que más. Pero Valencia es así.

—¿Qué le queda por hacer?

—Ordenar el trabajo de tantos años y desear que un día todo esto sea útil culturalmente. Y terminar de sanear la empresa para el disfrute de los que siguen, ayudando en lo que pueda y mientras pueda.

—¿Cómo le gustaría ser recordado?

—Como alguien que trabajó por la cultura. Algo que suele ser duro y que conlleva ir corto de dinero. Yo fui el primero en estrenar un musical en Valencia. Me costó mucho dinero. Cuando en el noventa y dos todo el mundo estaba atrás de la Expo de Sevilla y de los Juegos Olímpicos de Barcelona, yo andaba por aquí rascándome el bolsillo para 'The Virgo de Visanteta. Musical Story'. Fue el primer y último musical. Después ya venían de Madrid.

—En su disco del año setenta y ocho, el último junto a los 4Z, usted escribía a modo de epílogo: ¿Os dais cuenta del mundo que ya hemos ganado? ¿Reconoce a ese mundo actualmente? ¿Lo había imaginado así?

—Pensaba que llegaríamos más lejos. Respirábamos de otro modo. Jamás supuse que abarataríamos el valor de la cultura. De la lengua y el lenguaje. Creía que los gobiernos no soltarían la mano del ciudadano. Que apostarían. En todos los sentidos.

—Siempre nos quedará París. Cuídese mucho, Lluismi.

El poeta Albert García, componente de los 4Z a los quince añitos de edad y autor de algunas de las celebradas adaptaciones al catalán que grabó Lluís Miquel, decía en el homenaje que le hicieron a Lluismi a comienzos de este año en Alcoi, que "hay pasados que se intentan oscurecer, obviar, desnaturalizar para conseguir el silencio en la palabra escrita, digamos oficial o oficiosa. Es por eso por los que hay que iluminarlos sin descanso".

Uno se siente bien contribuyendo a lo dice García y al salir del encuentro con Lluís Miquel, aplaude que pese a las heridas de guerra siga librando batallas. Es asombrosa la desacomplejada naturalidad con la que te cuenta cómo le produjo a la vedette valenciana Rosita Amores una obra de teatro musical donde contaba —con sus tetas impresionantes—, su vida en el escenario. O cómo de jovencito aprendió a hacer cine rodando en fin de semana los partidos del Valencia con cámaras de 16 mm, proyectándolos al día siguiente en el Coliseum de la Gran Vía, ante dos mil espectadores, y adelantándose a los resúmenes que entonces TVE emitía los miércoles.

Y entre batalla y batalla, entre triunfos y derrotas, Brel... siempre Brel.

 

 

 
Go to top of page
En cumplimiento con Ley 34/2002 de servicios de la sociedad de la información, te recordamos que al navegar por este sitio estás aceptando el uso de cookies propias y ajenas. Acepto + info