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Joan Manuel Serrat abandona 'El vicio de cantar' en grandes giras 'por voluntad propia' con tres últimos conciertos en Barcelona

27/12/2022 - Jordi Rueda / NoticiasClave.net

Joan Manuel Serrat abandona 'El vicio dde cantar' en grandes giras 'por voluntad propia' con tres últimos conciertos en BarcelonaSerrat cerró su último concierto con estética de cantautor de los sesenta. Foto: © Jordi Rueda / NoticiasClave.

En 1965, un joven cantautor, Joan Manuel Serrat, que frecuentaba el programa ‘Radioscope’, de Salvador Escamilla, en Radio Barcelona, editaba su primer disco, un EP de 4 canciones, entre las que destacó ‘Una guitarra’.

El pasado viernes, 23 de diciembre, el ilustre creador de sencillas canciones eternas dijo adiós a las giras, que no a la música, interpretando, 57 años después, con la misma estética de trovador de los sesenta, ‘Una guitarra’. Lo hizo solo en el escenario, con los soberbios músicos que le acompañaron durante las dos horas anteriores de concierto ya retirados. Solo, pero no completamente solo, no, lo hizo con una guitarra, que tuvo que cambiar porque, al parecer, no ajustaba bien la cejilla. Quizá en ese instante, la emoción y todo lo que su cabeza debía evocar le restó algo de tino.

15.000 espectadores, ante él, no querían que se marchará, pero marchó, con una guitarra en la mano, otra guitarra, no aquella “bruta i trencada”, que, sin embargo, también “canta quan canto jo i sempre plora amb mi”.

El concierto, antes, fue impresionante, con muchas canciones entrañables y no únicamente para los espectadores del Palau Sant Jordi, sino para millones de personas de medio mundo.

Arreglos de nueva factura, debidos a Ricard Miralles, jugaban con las sonoridades de los instrumentos: piano (ahí estaba también el toque de Miralles, el artífice de gran parte de las armonías serratianas; teclados y electrónica (Josep Mas ‘Kitflus’); saxo y clarinete (José Miguel Pérez Sagaste); viola y voces (Úrsula Amargós); bajo y contrabajo (Rai Ferrer); guitarras (David Palau) y bateria (Vicente Climent).

Empezó con ‘Temps era temps’, una canción que recuerda la vida de los cincuenta y los primeros sesenta, citando programas de radio como ‘Lo toma o lo deja’ o aquella histórica delantera del Barça: Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón. Cerró, dos horas después, con ‘Fiesta’, pieza que venía a reflejar la voluntad del artista, que advirtió, de entrada, "nada de nostalgia. Esto es una fiesta".

Al final, un pequeño discurso, dando las gracias a la vida, a los que le han permitido dedicarse al oficio de crear canciones y de cantarlas, a la familia, y a los amigos desaparecidos Salvador Escamilla, Quico Sabaté y Joan Ollé. Se felicitó por no haber llorado, aunque, al entonar 'Una guitarra', casi se le quiebra la voz. Una voz que no es la misma de cuando tenía “20 anys”, ni siquiera la de cuando hacía “20 anys que (tenia) 20 anys”, pero Serrat sabe decir muy bien sus letras y cabalgar en sus inspiradas melodías.

Saber decir textos que dicen no es poca cosa. Y para el auditorio, mucho más interesante que escuchar a los tenores huecos, que diría Machado.

MUCHAS CANCIONES ENTRAÑABLES

En el repertorio, ‘Cançó de bressol’, ‘El carrusel del Furo’, ‘El meu carrer’, ‘Me’n vaig a peu’, ‘Pueblo blanco’, ‘Barcelona i jo’ (bien ilustrada en la pantalla del escenario con imágenes de la ciudad, milenaria y diversa, y sus contrastes), ‘Nanas de la cebolla’, poema de Miguel Hernández, que, en su día musicalizó Alberto Cortez, y también ‘Para la libertad’ (con grafitis de Bansky en la pantalla), ‘No hago otra cosa que pensar en ti’, ‘La tieta’ (con imágenes de Edward Hopper, el pintor de la soledad), 'Es caprichoso el azar', con la magnífica réplica vocal de la violinista Úrsula Amargos, 'Algo personal', 'Mediterráneo' (convertido ahora en sarcófago de los que mueren en él en busca de la orilla europea para mejorar su vida), 'Pare' (con mensaje sobre "el mayor problema que tenemos como especie", hoy más acusado que cuando escribió la canción, la degradación ambiental), ‘Paraules d’amor’, que desde hace años es una canción coral, pues el público la tiene como propia y la canta siguiendo la batuta imaginaria de su autor, o ‘Cantares’, uno de los momentos culminantes de la noche, entre otras.

Atrás quedaban los ochenta y tantos conciertos de la gira ‘El vicio de cantar. 1965-2022’, que empezó en abril en Nueva York y siguió por Miami, Puerto Rico, República Dominicana, México, Colombia, Costa Rica, Venezuela, Ecuador, Argentina, Chile, Perú, Uruguay, Andorra, España y, finalmente, Barcelona, su ciudad. En Monjuïc, a unos centenares de metros de la calle donde nació, la que tiene nombre de poeta y se empina desde el Paral·lel por la ladera de esa montaña mediterránea donde hace dos mil seiscientes años se asentaron los layetanos, los primeros barceloneses conocidos.

En Montjuïc, en el Palau Sant Jordi, con tres recitales, el ilustre cantautor barcelonés y universal dijo adiós a las giras “por voluntad propia”.

 

 

 
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