Opinión

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El presidente de Apple pide a las discográficas que abandonen los DRM

07/02/2007 - NoticiasClave.com

El presidente de Apple, Steve Jobs, ha dirigido una carta abierta a las discográficas Universal, Sony BMG, Warner y EMI, en la que les propone que abandonen los sistemas anticopia de la música digital, Digital Rights Management (DRM), que impide que las ventas online de música compensen el declive de la de los formatos físicos y que “no han funcionado ni funcionarán”. Esta carta aparece en un momento en que la firma californiana se enfrenta a acciones legales en varios países europeos, especialmente Noruega y Francia, para declarar ilegal la protección anticopia de los ficheros digitales. A los países europeos apela Jobs para eliminar los DRM: "Quienes no estén contentos con la situación actual deberían reconducir quizás sus esfuerzos a convencer a las compañías de música de que vendan su música sin ningún sistema de DRM".

Según el presidente de Apple, ahora hay tres opciones: mantener el sistema actual, abrir el sistema DRM a la competencia o suprimir definitivamente el sistema DRM. Tras rechazar la primera opción y considerar que la segunda "implica sacar a la luz algunos secretos" que podrían dañar a la propia Apple, Jobs se decante por la tercera, la de "abolir enteramente el sistema DRM". Y pone, como argumento, estas cifras: El resto son canciones libres de sistemas DRM.

"Imaginen un mundo en el que cada tienda online vende música sin DRM en formatos de licencia abierta (...) ésta es la mejor alternativa para los consumidores, y Apple la apoyará abiertamente", afirma en la carta, cuyo texto íntegro reproducimos, en español y el original en ingés, a continuación:

Steve Jobs 6 de febrero, 2007

Ante el impresionante éxito mundial del reproductor de música de Apple, el iPod, y de la tienda de música en línea iTunes, hay quienes han reclamado que Apple "abra" el sistema de DRM (Digital Rights Management, Gestión de Derechos Digitales) que emplea para proteger la música (de iTunes) contra el robo, de modo que la que se adquiera en iTunes pueda reproducirse en aparatos comprados a otras empresas y que la música protegida adquirida en otras tiendas de música online pueda reproducirse en los iPod. Examinemos la situación actual y la forma en que hemos llegado hasta aquí y estudiemos cuidadosamente a continuación tres alternativas para el futuro.

Para empezar, conviene recordar que todos los iPod reproducen música libre de sistemas DRM y codificada en formatos "abiertos" autorizados como MP3 y AAC. Los usuarios de iPod pueden conseguir la música que les gusta, y de hecho lo hacen, de una multiplicidad de fuentes, entre ellas, los discos compactos de su propiedad. La música de los discos compactos puede importarse con toda facilidad al programa de almacenamiento de discos de iTunes, que se puede descargar gratuitamente y que funciona tanto en Mac como en PC con sistema Windows, y queda automáticamente codificada como formatos AAC o MP3 abiertos sin necesidad de ningún tipo de DRM. Esta música puede reproducirse en los iPod o en cualquier otro reproductor de música capaz de reproducir estos formatos abiertos.

El problema se presenta con la música que Apple vende en su iTunes Store online. Ya que Apple no es la propietaria de la música ni tiene ningún control sobre ella, se ve en la obligación de obtener los derechos de distribución de la música de terceros, fundamentalmente de las "cuatro grandes" del mundo de la música, Universal, Sony BMG, Warner y EMI. Estas cuatro compañías controlan la distribución de más del 70% de la música de todo el mundo. Cuando Apple se puso en contacto con estas empresas para obtener permiso para distribuir su música legalmente a través de internet, todas ellas se mostraron extremadamente cautelosas y exigieron que Apple protegiera su música frente a la posibilidad de que se copiara ilegalmente. La solución consistió en crear un sistema de DRM, que vehicula cada canción que se compra en la tienda iTunes dentro de un programa informático especial y secreto, al objeto de que no pueda ser reproducida en aparatos no autorizados.

Apple tuvo la habilidad de negociar unos derechos de uso sin precedentes, que permiten que los usuarios reproduzcan la música así protegida con su sistema de DRM en un total de hasta cinco ordenadores y en un número ilimitado de iPod. Conseguir esos derechos de las empresas de música fue en su momento un logro sin precedentes e incluso a día de hoy es algo que no tiene parangón en casi ningún otro servicio de música digital. En cualquier caso, una de las estipulaciones clave de nuestros compromisos con las empresas de música es que, si nuestro sistema de DRM llega a ser quebrantado y la música de estas compañías pasa a ser reproducible en aparatos no autorizados, nosotros disponemos de un número muy reducido de semanas para resolver el problema o, en caso contrario, las empresas estarán facultadas para retirar su catálogo musical al completo de nuestra tienda iTunes.

Para impedir las copias ilegales, los sistemas de DRM tienen que reservar exclusivamente a los aparatos autorizados la reproducción de la música protegida. Si se coloca en internet una copia de una canción protegida por un DRM, ha de impedirse que esa copia se pueda reproducir en el ordenador de quien se la descargue o en un aparato portátil de reproducción de música. Para conseguirlo, un sistema de DRM emplea claves secretas. No hay ninguna teoría sobre protección de contenidos que no sea la de mantener un secreto. En otras palabras, incluso en el caso de que se utilicen los recursos criptográficos más avanzados para proteger el contenido musical, lo que en cualquier caso ha de hacerse es "ocultar" las claves que darían acceso a la música en el ordenador de un usuario o en un reproductor portátil de música. Nadie ha sacado jamás un sistema de DRM que no dependa de ese tipo de claves secretas para su funcionamiento.

El problema radica, por supuesto, en que en el mundo hay muchas personas de una gran inteligencia y, algunas de ellas, con mucho tiempo disponible, a las que les encanta reventar este tipo de secretos y hacer pública la fórmula para que cualquiera pueda hacerse con música gratis (y robada). No es infrecuente que personas de ésas tengan éxito en sus propósitos, por lo que cualquier empresa que pretenda proteger sus contenidos mediante la aplicación de un DRM se ve obligada a actualizar el sistema con bastante frecuencia, mediante la aplicación de códigos secretos nuevos y más difíciles de desentrañar. Es un juego como el del gato y el ratón. El sistema de DRM de Apple se llama FairPlay. Aunque hemos registrado algunas violaciones del FairPlay, hemos sido capaces de resolverlas a tiempo mediante la actualización del programa informático de la tienda iTunes, del programa informático de almacenamiento de iTunes y del programa informático de los propios iPods. Hasta ahora, hemos cumplido los compromisos que contrajimos con las empresas de música en orden a proteger su música y hemos puesto a disposición de los usuarios los derechos de reproducción más generosos que se pueden encontrar en el sector para la reproducción de música descargada legalmente.

Con tales antecedentes, examinemos ahora tres alternativas diferentes de cara al futuro.

La primera alternativa consiste en continuar en la misma dirección que hasta ahora, en la que cada fabricante compite libremente con sus sistemas propios e integrales, "de arriba a abajo", para la venta, reproducción y protección de música. Se trata de un mercado extraordinariamente competitivo, con empresas muy importantes a escala mundial que realizan enormes inversiones para desarrollar nuevos reproductores de música y tiendas de música en línea. Apple, Microsoft y Sony compiten con sistemas propios. La música que se compre en la tienda Zune de Microsoft no podrá reproducirse más que en reproductores Zune; la música que se compre en la tienda Connect de Sony no podrá reproducirse más que en reproductores Sony y la música que se compre en la tienda iTunes de Apple sólo podrá reproducirse en los iPod. Este es el estado actual de las cosas en el sector y los clientes están bien servidos gracias a la continua aparición de productos innovadores y a una amplísima variedad de opciones.

No faltan quienes han argumentado que, una vez que un consumidor compra una pieza musical de una de las tiendas de música de una marca determinada, está ya condenado para siempre a utilizar de manera exclusiva los reproductores de música de dicha empresa o también que, si compran un reproductor determinado, están condenados a comprar música exclusivamente de la tienda de música de esa empresa. ¿Es eso cierto? Examinemos a fondo los datos de los iPod y de la tienda iTunes, que son los productos más populares del sector y de los que disponemos de datos más exactos.

Hasta finales del 2006, los clientes habían comprado un total de 90 millones de reproductores 90 iPod y dos mil millones de canciones de la tienda iTunes. Por término medio, estas cifras vienen a representar 22 canciones adquiridas en la tienda iTunes por cada iPod vendido a lo largo de su existencia.

El más vendido de los iPod en la actualidad es capaz de almacenar mil canciones, pero las investigaciones sobre su uso nos revelan que, por término medio, todo iPod está prácticamente lleno. Eso significa que sólo 22 de cada mil canciones, es decir, por debajo del tres por ciento de la música almacenada por término medio en cada iPod, se han comprado en la tienda iTunes y están protegidas por un sistema de DRM. El 97 % restante de la música no goza de ninguna protección y puede reproducirse en cualquier reproductor capaz de reproducir formatos abiertos. Se hace difícil creer que sólo un tres por ciento de la música que almacena por término medio cada iPod sea suficiente para obligar a los usuarios a comprar exclusivamente reproductores iPods en el futuro. Por otra parte, como el 97 por ciento de la música que hay por término medio en un iPod no se ha comprado en la tienda iTunes, está claro que los usuarios de iPod no están encadenados a la tienda iTunes a la hora de adquirir su música.

La segunda alternativa es que, mediante los correspondientes acuerdos, Apple ceda la tecnología de DRM, el sistema FairPlay, a otros competidores, actuales y futuros, con el objetivo de conseguir la compatibilidad de funcionamiento entre los reproductores y las tiendas de música de otras empresas.

A primera vista, parece que se trata de una buena idea, puesto que por está vía se ofrecerían a los clientes mayores posibilidades de elección, ahora y en el futuro. Además, Apple podría obtener beneficios de esta fórmula con sólo cargar una pequeña cantidad en cada canción por la cesión de su sistema FairPlay de DRM. Sin embargo, cuando la cosa se examina un poco más a fondo, empiezan a surgir los problemas. El más delicado es que la cesión de un sistema de DRM implica la revelación de algunos de sus secretos a gran número de personas en un gran número de empresas y la historia nos enseña que entonces resulta inevitable que se filtren los datos secretos.

Internet ha hecho que esas fugas de información resulten mucho más dañinas, puesto que una sola filtración puede expandirse por todo el mundo en menos de un minuto. Las fugas de información pueden dar como resultado que en un tiempo mínimo estén disponibles para su descarga gratuita en ‘internet’ programas informáticos que inutilizarían la protección de un sistema de DRM, de manera que canciones que estuvieran protegidas anteriormente podrían ser reproducidas en reproductores no autorizados.

Un problema no menos grave es el reparar en el menor tiempo posible los daños causados por una fuga de información de esas características. Para que la reparación culminara de manera satisfactoria, probablemente habría que retocar el programa informático de la tienda de música, el programa informático de almacenamiento de música y el programa informático de los reproductores con nuevas claves secretas y a continuación hacer llegar este programa informático actualizado a las decenas (o centenares) de millones de Mac, PC con sistema Windows y reproductores que están actualmente en manos de los usuarios. El proceso debería completarse a la mayor rapidez posible y con una coordinación extraordinaria. Una tarea de esta naturaleza resulta ya enormemente difícil en el caso de que no sea más que una empresa la que controle todas las piezas, pero resulta prácticamente imposible si son muchas las empresas que controlan piezas diferentes del rompecabezas y si todas ellas deben ponerse en funcionamiento de manera inmediata y concertada para reparar el daño producido por una filtración.

Apple ha llegado a la conclusión de que, si cede FairPlay a terceros, no está en condiciones de garantizar que el sistema proteja la música cuya distribución le ha sido autorizada por las cuatro grandes compañías de música. Quizás sea esta misma conclusión la que ha impulsado la reciente decisión de Microsoft de desplazar su empeño en la adopción de un modelo "abierto" de cesión de su DRM a terceros al ofrecimiento de un modelo "cerrado" de tienda propia de música, herramienta informática propia de almacenamiento y reproductores propios.

La tercera alternativa consiste en eliminar por completo los sistemas de DRM. Imaginemos un mundo en el que todas las tiendas en línea venden música sin protección de DRM, codificada en formatos abiertos. En un mundo así, cualquier reproductor podría reproducir música adquirida en cualquier tienda y cualquier tienda podría vender música reproducible en cualquier reproductor. No cabe ninguna duda de que ésta es la alternativa más atractiva para los consumidores y Apple se sumaría a ella sin pensárselo dos veces. Si las cuatro grandes empresas de música cedieran su música a Apple sin la exigencia de que la difunda protegida por un DRM, pasaríamos inmediatamente a vender en nuestra tienda iTunes sólo música libre de sistemas de protección. Todos los iPod fabricados hasta ahora reproducirían esta música libre de DRM.

¿Cuáles podrían ser las razones de que las cuatro grandes compañías musicales llegaran con Apple y con otras empresas al acuerdo de distribuir su música sin sistemas de DRM que la protegieran? La respuesta más simple es porque los sistemas de DRM no han sido plenamente eficaces, y es posible que no lo sean nunca, para atajar la piratería de música. Aunque las cuatro grandes compañías musicales exigen que toda la música suya que se venda en línea esté protegida por sistemas de DRM, esas mismas empresas de música siguen vendiendo cada año miles de millones de discos compactos que contienen música sin ningún tipo de protección. ¡Efectivamente! Nunca se ha desarrollado ningún sistema de DRM para los discos compactos, por lo que toda la música que se distribuye en discos compactos puede cargarse en ‘internet’ con toda facilidad y, posteriormente (e ilegalmente), descargarse en el ordenador y reproducirla en ordenador o en cualquier otro reproductor.

En el año 2006, en el mundo se vendieron desde las tiendas en línea menos de dos mil millones de canciones protegidas con algún sistema de protección DRM, mientras que se vendieron más de veinte mil millones de canciones completamente al margen de cualquier sistema de DRM en discos compactos sin protección alguna, y eso, las propias compañías de música. Las empresas de música son las que venden la inmensa mayoría de su música libre de cualquier sistema de protección DRM y no dan ninguna muestra de que vayan a modificar su manera de actuar, puesto que la inmensa mayoría de sus ingresos dependen de vender discos compactos que hay que reproducir en reproductores de discos compactos que no incorporan ningún sistema de DRM.

Así pues, si las empresas de música venden más del 90 por ciento de su música sin ningún sistema de DRM, ¿qué beneficios sacan de vender ese pequeño porcentaje que queda de su música protegida por un sistema de DRM? Parece que ninguno. En todo caso, los conocimientos técnicos y los gastos generales necesarios para desarrollar, hacer funcionar y actualizar un sistema de DRM han limitado el número de agentes que venden música protegida por algún sistema de DRM. Si desaparecieran estos condicionamientos, el mundo de la música podría experimentar un flujo de nuevas empresas dispuestas a invertir en más tiendas y más reproductores innovadores, lo cual no puede contemplarse por las empresas de música sino como un fenómeno de carácter positivo.

Una parte muy considerable de la preocupación en torno a los sistemas de DRM ha surgido en los países europeos. Quienes no estén contentos con la situación actual deberían reconducir quizás sus esfuerzos a convencer a las compañías de música de que vendan su música sin ningún sistema de DRM. Ya que hablamos de los europeos, dos y media de las cuatro grandes empresas de música están en su territorio. La mayor, Universal, es propiedad al cien por ciento de Vivendi, una empresa francesa. EMI es una empresa británica, mientras que Sony BMG es propiedad al cincuenta por ciento de Bertelsmann, una empresa alemana. Convencerles de que cedan su música a Apple y a otras empresas sin sistemas de DRM dará lugar a la creación de un mercado de música auténticamente compatible. Apple se sumará a esa situación de manera incondicional.

Steve Jobs February 6, 2007

With the stunning global success of Apple’s iPod music player and iTunes online music store, some have called for Apple to “open” the digital rights management (DRM) system that Apple uses to protect its music against theft, so that music purchased from iTunes can be played on digital devices purchased from other companies, and protected music purchased from other online music stores can play on iPods. Let’s examine the current situation and how we got here, then look at three possible alternatives for the future.

To begin, it is useful to remember that all iPods play music that is free of any DRM and encoded in “open” licensable formats such as MP3 and AAC. iPod users can and do acquire their music from many sources, including CDs they own. Music on CDs can be easily imported into the freely-downloadable iTunes jukebox software which runs on both Macs and Windows PCs, and is automatically encoded into the open AAC or MP3 formats without any DRM. This music can be played on iPods or any other music players that play these open formats.

The rub comes from the music Apple sells on its online iTunes Store. Since Apple does not own or control any music itself, it must license the rights to distribute music from others, primarily the “big four” music companies: Universal, Sony BMG, Warner and EMI. These four companies control the distribution of over 70% of the world’s music. When Apple approached these companies to license their music to distribute legally over the Internet, they were extremely cautious and required Apple to protect their music from being illegally copied. The solution was to create a DRM system, which envelopes each song purchased from the iTunes store in special and secret software so that it cannot be played on unauthorized devices.

Apple was able to negotiate landmark usage rights at the time, which include allowing users to play their DRM protected music on up to 5 computers and on an unlimited number of iPods. Obtaining such rights from the music companies was unprecedented at the time, and even today is unmatched by most other digital music services. However, a key provision of our agreements with the music companies is that if our DRM system is compromised and their music becomes playable on unauthorized devices, we have only a small number of weeks to fix the problem or they can withdraw their entire music catalog from our iTunes store.

To prevent illegal copies, DRM systems must allow only authorized devices to play the protected music. If a copy of a DRM protected song is posted on the Internet, it should not be able to play on a downloader’s computer or portable music device. To achieve this, a DRM system employs secrets. There is no theory of protecting content other than keeping secrets. In other words, even if one uses the most sophisticated cryptographic locks to protect the actual music, one must still “hide” the keys which unlock the music on the user’s computer or portable music player. No one has ever implemented a DRM system that does not depend on such secrets for its operation.

The problem, of course, is that there are many smart people in the world, some with a lot of time on their hands, who love to discover such secrets and publish a way for everyone to get free (and stolen) music. They are often successful in doing just that, so any company trying to protect content using a DRM must frequently update it with new and harder to discover secrets. It is a cat-and-mouse game. Apple’s DRM system is called FairPlay. While we have had a few breaches in FairPlay, we have been able to successfully repair them through updating the iTunes store software, the iTunes jukebox software and software in the iPods themselves. So far we have met our commitments to the music companies to protect their music, and we have given users the most liberal usage rights available in the industry for legally downloaded music.

With this background, let’s now explore three different alternatives for the future.

The first alternative is to continue on the current course, with each manufacturer competing freely with their own “top to bottom” proprietary systems for selling, playing and protecting music. It is a very competitive market, with major global companies making large investments to develop new music players and online music stores. Apple, Microsoft and Sony all compete with proprietary systems. Music purchased from Microsoft’s Zune store will only play on Zune players; music purchased from Sony’s Connect store will only play on Sony’s players; and music purchased from Apple’s iTunes store will only play on iPods. This is the current state of affairs in the industry, and customers are being well served with a continuing stream of innovative products and a wide variety of choices.

Some have argued that once a consumer purchases a body of music from one of the proprietary music stores, they are forever locked into only using music players from that one company. Or, if they buy a specific player, they are locked into buying music only from that company’s music store. Is this true? Let’s look at the data for iPods and the iTunes store – they are the industry’s most popular products and we have accurate data for them. Through the end of 2006, customers purchased a total of 90 million iPods and 2 billion songs from the iTunes store. On average, that’s 22 songs purchased from the iTunes store for each iPod ever sold.

Today’s most popular iPod holds 1000 songs, and research tells us that the average iPod is nearly full. This means that only 22 out of 1000 songs, or under 3% of the music on the average iPod, is purchased from the iTunes store and protected with a DRM. The remaining 97% of the music is unprotected and playable on any player that can play the open formats. It’s hard to believe that just 3% of the music on the average iPod is enough to lock users into buying only iPods in the future. And since 97% of the music on the average iPod was not purchased from the iTunes store, iPod users are clearly not locked into the iTunes store to acquire their music.

The second alternative is for Apple to license its FairPlay DRM technology to current and future competitors with the goal of achieving interoperability between different company’s players and music stores. On the surface, this seems like a good idea since it might offer customers increased choice now and in the future. And Apple might benefit by charging a small licensing fee for its FairPlay DRM. However, when we look a bit deeper, problems begin to emerge. The most serious problem is that licensing a DRM involves disclosing some of its secrets to many people in many companies, and history tells us that inevitably these secrets will leak. The Internet has made such leaks far more damaging, since a single leak can be spread worldwide in less than a minute. Such leaks can rapidly result in software programs available as free downloads on the Internet which will disable the DRM protection so that formerly protected songs can be played on unauthorized players.

An equally serious problem is how to quickly repair the damage caused by such a leak. A successful repair will likely involve enhancing the music store software, the music jukebox software, and the software in the players with new secrets, then transferring this updated software into the tens (or hundreds) of millions of Macs, Windows PCs and players already in use. This must all be done quickly and in a very coordinated way. Such an undertaking is very difficult when just one company controls all of the pieces. It is near impossible if multiple companies control separate pieces of the puzzle, and all of them must quickly act in concert to repair the damage from a leak.

Apple has concluded that if it licenses FairPlay to others, it can no longer guarantee to protect the music it licenses from the big four music companies. Perhaps this same conclusion contributed to Microsoft’s recent decision to switch their emphasis from an “open” model of licensing their DRM to others to a “closed” model of offering a proprietary music store, proprietary jukebox software and proprietary players.

The third alternative is to abolish DRMs entirely. Imagine a world where every online store sells DRM-free music encoded in open licensable formats. In such a world, any player can play music purchased from any store, and any store can sell music which is playable on all players. This is clearly the best alternative for consumers, and Apple would embrace it in a heartbeat. If the big four music companies would license Apple their music without the requirement that it be protected with a DRM, we would switch to selling only DRM-free music on our iTunes store. Every iPod ever made will play this DRM-free music.

Why would the big four music companies agree to let Apple and others distribute their music without using DRM systems to protect it? The simplest answer is because DRMs haven’t worked, and may never work, to halt music piracy. Though the big four music companies require that all their music sold online be protected with DRMs, these same music companies continue to sell billions of CDs a year which contain completely unprotected music. That’s right! No DRM system was ever developed for the CD, so all the music distributed on CDs can be easily uploaded to the Internet, then (illegally) downloaded and played on any computer or player.

In 2006, under 2 billion DRM-protected songs were sold worldwide by online stores, while over 20 billion songs were sold completely DRM-free and unprotected on CDs by the music companies themselves. The music companies sell the vast majority of their music DRM-free, and show no signs of changing this behavior, since the overwhelming majority of their revenues depend on selling CDs which must play in CD players that support no DRM system.

So if the music companies are selling over 90 percent of their music DRM-free, what benefits do they get from selling the remaining small percentage of their music encumbered with a DRM system? There appear to be none. If anything, the technical expertise and overhead required to create, operate and update a DRM system has limited the number of participants selling DRM protected music. If such requirements were removed, the music industry might experience an influx of new companies willing to invest in innovative new stores and players. This can only be seen as a positive by the music companies.

Much of the concern over DRM systems has arisen in European countries. Perhaps those unhappy with the current situation should redirect their energies towards persuading the music companies to sell their music DRM-free. For Europeans, two and a half of the big four music companies are located right in their backyard. The largest, Universal, is 100% owned by Vivendi, a French company. EMI is a British company, and Sony BMG is 50% owned by Bertelsmann, a German company. Convincing them to license their music to Apple and others DRM-free will create a truly interoperable music marketplace. Apple will embrace this wholeheartedly.

Original en www.apple.com/es/hotnews/thoughtsonmusic/

 
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